Pier Björken es un ingeniero sin título de 28 años que vive en París y se encuentra desempleado. Aunque la sociedad le brinda seguridad en forma de seguros de vida, clínica y desempleo, también lo somete a muchos inconvenientes por no tener trabajo. Björken debe llevar un distintivo con su nombre, número de identidad, fórmula de su grupo sanguíneo y clave de su tratamiento médico-psiquiátrico, y está restringido a ciertos horarios y lugares. Además, las siglas "no sancionado" lo marcan como un paria. La creación de un gabinete especial para controlar y supervisar a los inspectores de control y supervisión, a cargo de Sonnie Richaud, hija del prefecto de seguridad local, agrega otra capa de burocracia y control a la sociedad.
La historia explora las consecuencias de vivir en una sociedad tecnocratizada y altamente regulada, donde el desempleo y la falta de trabajo son vistos como un retroceso social y un gasto para la sociedad.