La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una simple teoría futurista para convertirse en una herramienta transformadora que impulsa un cambio radical en prácticamente todos los sectores de la sociedad. Desde sus primeros pasos en la década de 1950 como un experimento matemático y computacional hasta su integración masiva en la vida cotidiana, la IA ha evolucionado como una tecnología clave que redefine la forma en que las personas trabajan, se comunican y solucionan problemas complejos.
La esencia de la inteligencia artificial radica en su capacidad para emular tareas cognitivas humanas como el aprendizaje, el razonamiento, la percepción y la toma de decisiones. Basada en disciplinas como el aprendizaje automático (machine learning), el procesamiento de lenguaje natural y la visión por computadora, la IA utiliza grandes cantidades de datos, algoritmos avanzados y poder computacional para identificar patrones, automatizar procesos y, en muchos casos, superar las capacidades humanas en tareas específicas.