Era una roca negra, muy caliente aún, pese a que había caído dos días antes, durante la noche. Se había hundido en el suelo profundamente, desplazando la tierra y provocando una explosión, como la de un cañonazo.
El viejo Dave Russell había escuchado el estruendo, tan fuerte o más que un trueno rotundo, ¡y el suelo había temblado! La casa de madera, el granero y el establo se había estremecido.
Fue una tremenda explosión, que retumbó con largos y profundos ecos en las montañas. Hasta la cima de Sierra Blanca debió de agitarse, provocando un alud de nieve en su vertiente norte. Las Sacramento Mountains vibraron, estremecidos por el tremendo encontronazo.