Valentín Lefranc, Sergio Preiss y Harry Robson no se conocían, jamás se habían visto, ni tenían entre ellos la más mínima relación. Existían, como existen tantos millones de seres por el vasto mundo, sin que el uno tuviera conocimiento de los otros...
¡Y, sin embargo, los tres eran una misma persona!
En realidad, los tres hombres tenían algo en común: la edad. Para ser más exactos, habían nacido el mismo día, a la misma hora y en el mismo minuto. Y aunque hubieran nacido en distintos lugares, muy distantes entre sí, ¡estaban marcados por un mismo extraño destino!
¡Un asombroso e increíble destino!