- ¿Qué es eso? -preguntó Pier Kreis-. ¿Dónde estamos?
Don había vislumbrado un lecho rocoso, cubierto de musgo y liquen submarino, en donde el casco del yate parecía estar incrustado, apoyándose en la quilla y la arboladura.
Pero la luz estaba allí, como flotando sobre ellos ¡Y bajo su radiación, Don pudo ver perfectamente el contorno del lecho marino!
- Pueden ser escafandristas que hayan acudido en nuestra ayuda... Quizás algún submarino de la Armada -insinuó Arthur.
De pronto, Pier emitió un grito aterrador, señalando hacia uno de los portillos. Los otros levantaron la cabeza... Y pudieron ver un rostro cubierto de escamas, verdoso, provisto de dos ojos acuosos y blancos, que parecía estar mirándole.
Parecía el rostro de un ser humano, pero tenía aberturas branquiales en ambos lados del cuello y de él surgían burbujas.