Dadky estaba sentado ante la piedra luminosa, gracias a la cual podía ver sus manos, sus piernas, su cuerpo desnudo y las deformaciones de sus pies grandes. De alejarse, volvería a las sombras imprecisas, casi a la oscuridad.
¿Por qué brotaba luz de la piedra?
¿Y por qué estaba él allí? ¿Qué destino era el suyo, aparte de vagar siempre, sin norte, sin destino, hasta no sabía cómo ni cuándo?
Dadky había visto la luz muchas veces, a distancia. No era bueno acercarse a ella. Lo sabía sin saber por qué. Y esto era lo más extraño. Él no podía saber nada. Ni siquiera tenía noción de saber pensar.
¿Qué era pensar?